Ella emplea el complejo lenguaje de la danza, que maneja con maestría y marcada intencionalidad humanista, para llamar la atención sobre esa casi generalizada despreocupación por la preservación del medioambiente, por el imprescindible respeto al otro, por el necesario intercambio entre los hombres.
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Trabajo en coautoría con la coreográfa Rosario Cárdenas, Sala Hubert de Blanck, una reflexión sobre la condición humana. Ocupa en esos temas existenciales que acechan al ser humano: la dinámica de la vida en este siglo XXI, la impuesta avalancha de imágenes, hacen que el hombre se abstraiga y encapsule en una preocupante insensibilidad hacia su entorno.
Según la óptica
—parte de la física que estudia las leyes y los fenómenos de la luz—, impide ver al ojo humano las imágenes en determinado sitio y obliga al cerebro a crearlas.
Esa condición la usa como metáfora para ahondar en detalles y circunstancias que el ser humano no debería dejar de tener en cuenta, si quiere vivir conectado con su realidad y sus congéneres.
Emplea el complejo lenguaje de la danza, que maneja con maestría y marcada intencionalidad humanista, para llamar la atención sobre esa casi generalizada despreocupación por la preservación del medioambiente, por el imprescindible respeto al otro, por el necesario intercambio entre los hombres.
Resulta una de esas propuestas que el público no debe perderse, porque significa otro escalón ascendente en la fructífera carrera que sitúa a su autora en un especial sitio dentro del panorama más reciente de la cultura cubana.
Esta obra se vale de revelaciones atrevidas respecto de un ámbito vital sicológicamente enfermo, mostrándonos ¨las impurezas de una realidad a veces edulcorada¨.
Presentándonos cuadros de angustia y desequilibrio propios del estado de auto-desconocimiento y frustración, dándole visión danzante a lo violento y la corrupción o la ¨epidemia del poder¨ en sus disímiles encarnaciones, coloca la verdad delante de los ojos que no quieren ver.Punto ciego convierte a la tragedia en alerta, al sexo en evasión, al tiempo real en transcurso imaginario, a la música en sustancia gestual, y a la danza en un campo plurivalente en el cual otros medios expresivos armonizan y contrastan.
Con esa productiva opción suya de convertir a cinco danzantes en una verdadera “tropa” de la representación corporal (lo que demuestra que en arte no siempre se requiere de la cantidad para lograr calidad y originalidad), Rosario despliega su lenguaje a la vez sensitivo y racional, donde la improvisación y lo interdisciplinario, el oficio acumulado y la invención del proceder personal y colectivo del elenco, configuran una narración teatral estructurada por la evocación de móviles fisonomías, objetos corrientes testimoniantes del entorno cotidiano, simbolismo de relaciones inter-corporales y crudas acciones violentas. Lo trans-artístico evidenciado en realizaciones anteriores de la Compañía, una trama que alterna entre lo lírico y lo épico, cierto erotismo penetrante que abandona cualquier implicación hedonista, la revelación dramática y el maridaje de lo consciente con lo subconsciente, alcanzarán intensidad límite en esa osada escenificación del acto de danzar que pronto tendremos a disposición.
Manuel Lopez
Coreografía: Rosario Cardenas
Música: Lucía Huergo
Luces: Carlos Repilado
Video Mapping: IMG_MINImaxVJ
Diseño de vestuario de Cris-Cris.
-Danzantes-intérpretes: Alcis Crespo, Leylan Machado, Gabriel Corrales, Andy Rodríguez y Joan Mulet
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